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viernes, 26 de febrero de 2016

Cartas por San Valentín

Ya está, ya no aguanto, el dolor me está cegando. Ya no como, ya no duermo, solo pienso en él. En él, en el único que consiguió, muy a mi pesar, robarme el corazón. Con sus cabellos de oro, su sonrisa traviesa, sus ojos de un azul turquesa: lo pienso, lo pienso y suspiro, sabiendo que nunca será mío.


Será un sueño inalcanzable, otro más para la lista. Tumbada en la cama me preguntaba, ¿Qué pensará cuando escucha mi nombre? Porque yo, cuando escucho  el suyo, vuelvo a la agonía. Agonía que se repite, todas las noches, todos los días.


Así, luna tras luna, sol tras sol, susurro gritando, ¿Qué será de mi amor?


Pasó el otro día, que el muchacho me habló, y yo, sorprendida, respondí a la cuestión. Una pregunta de lo más extraña, pues me preguntaba: ¿a caso me amas? Yo, intentando aguantarme los nervios, mis piernas temblaban, se me helaba el aliento, respondí, cuidadosa, con un: sí, ¿y tú?


Él dudó, sus músculos tensó; yo, asustada, me temía lo peor, sin embargo, sonriente, me contestó, simpático, atento, sincero: sí, te quiero.

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