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sábado, 23 de abril de 2016

Lágrimas

Uno de los mayores misterios del ser humano, lo crean o no. es llorar. Esa cosa tan simple, considerada socialmente como un símbolo de debilidad, es un fenómeno increíble. Porque la función programada del cristalino, la única, es hidratar los ojos. Así que a ver a que viene esto, que cada vez que te pienso, los ojos se me inundan y, por más que lo intento, no puedo frenarlo. Es un instinto que nos hace humanos. Es como un grifo que se abre con los excesos: de alegría, de tristeza...de ti. Que no sabes como me dueles. A veces creo que al llorar no sólo  caen las lágrimas, sino también los miedos y las penas. Sale todo afuera, dejando hueco para nuevas.

Presidenta de tu cuerpo

Apruebo la moción que dictan tus dedos cuando me recorren la espalda. Estoy de acuerdo con la ley que prohíbe que cualquier otra te mire como yo te miro, es decir, con el corazón.

Así que si me votas prometo cuidarte como una reliquia de un museo, pero no de la misma forma, porque los tesoros de allí no se tocan, en cambio a ti, mi tesoro, pienso acariciarte hasta que se te caigan las pieles todas, dejando al descubierto lo que escondes.



Ganaré las elecciones de tu cuerpo sólo para ver la cara de orgullo que me pones siempre que venzo. Y una vez sea elegida, juraré lealtad sobre tu cama para todas las noches que pasemos soñando juntos. Mediré a besos la distancia que separa tus lunares y haré de ella la medida internacional del deseo de tenerte.


Me acojo a la quinta enmienda intentando inevitablemente no caer esclava de tus labios.