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jueves, 24 de marzo de 2016

A 200 por hora

 Alzo el vuelo tan veloz
a lomos de tu sonrisa,
no es nada precoz
que te diga que te quiero
si verdaderamente lo siento en el momento de pronunciarlo.


 Los árboles pasan a toda hostia
pero créeme cuando te digo que nada
repito: nada
va más rápido que el tiempo cuando estoy a tu lado,
y da igual si es tomando un helado
o acariciándonos.


 Me agarro fuerte a tus brazos
no vaya a ser que me caiga
de tan deprisa que vamos
una vez unidas nuestras manos.


 El viento juega con mi pelo
parece querer imitar esos momentos
en que me lo alisas con los dedos
con tanta dulzura,
que si cierro los ojos
casi puedo sentir que es el mismísimo Dios
quien me lo peina.


 E íbamos así,
tan libres, tan locos, tan humanos,
que nos dimos de bruces contra el muro,
el de la realidad.

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